Érase una vez una sociedad que dio a los dioses por muertos y que permitió que algunas mujeres se apoderaran de viejos símbolos. El resultado fue un código independiente, positrónico, basado en la risa, la complicidad y lenguaje propios.
Érase una vez una sociedad que dio a los dioses por muertos y que permitió que algunas mujeres se apoderaran de viejos símbolos. El resultado fue un código independiente, positrónico, basado en la risa, la complicidad y lenguaje propios.
Érase una vez una sociedad que dio a los dioses por muertos y que permitió que algunas mujeres se apoderaran de viejos símbolos. El resultado fue un código independiente, positrónico, basado en la risa, la complicidad y lenguaje propios.
“Perdemos el día esperando la noche, y la noche temiendo al amanecer” (Séneca) El ser humano es la única criatura con conciencia de su finitud. Esta condición convierte la muerte en un pacto con la vida. Y viceversa. Una conciencia de transitoriedad que determina facultades y emociones como el...
Salir adelante en un momento de la vida poco claro, soledad, silencio, intentar no pensar… pensar… no pensar… calma, mucha calma. Solo queda esperar, saldremos de esta situación más fuertes, ¿podremos con todo?
Mujer-gallina, gallina-mujer, ¿dónde empieza y dónde termina cada una? Dos cuerpos femeninos en una búsqueda personal de formas primitivas que nos lleva a los albores de nuestra civilización. Luces y sombras del animal que llevamos dentro. Ellas, conversando entre plumas.