Descripción
En un atardecer de invierno, una niña regresaba a su casa.
Pero el frío y el viento se lo impedían sin aliento.
Desde bien arriba, alguien la observaba.
¡Es el hijo del sol! encargado del cambio de estación.
Rápidamente bajó a ayudarla y, generosamente, con una flor obsequiarla.
¡Pero gran sorpresa la suya!
Cuando observó, que por culpa del tiempo, no lo consiguió.
Moraleja:
¡¡Por mucho que las cosas cuesten trabajo, no hay que venirse abajo!!